UAM-X

¿ Quién dijo República? Notas para un análisis de la escena pública contemporánea
Caletti, Sergio

 

Versión
No. 10; Octubre/2000
Págs. 15-58


Resumen
Un régimen de relaciones en el espacio público que resulta más próximo a la feria renacentista que a la República que suponemos habitar, es la tesis que aquí se sostiene con respecto a la escena contemporánea, desde la perspectiva de la ciudadanía. Algunos de sus rasgos: la pérdida de centralidad de lo político, la prevalencia de lo fantástico, la ilusión generalizada de la red como contrapartida de la fragmentación, mientras los procesos de decisión se sustraen crecientemente de la luz pública y retornan a Palacio. Una inusitada forma de “democracia” se pone en juego: los institutos políticos cultivan a un tiempo ingeniarías de alta especialización (sondeos de opinión) mediante la captura de los “deseos” sociales. Contra ciertas afirmaciones frecuentes, no son las tecnologías de comunicación (tv, internet) las responsables de la escena. Ellas sólo condensan y refuerzan lenguajes que se amasan en la vida social y les prestan su arquitectura. La agonía de la confrontación pública por medio del debate de ideas no es un “efecto massmediático” sino consecuencia de la extrema asimetría en las relaciones sociales de fuerza. Por cierto, en lo decisivo, impera el orden. No hay quiénes ni con qué confronten; y cuando acaso emergen, se lo mira con recelo: interrumpen el entretenimiento.

Abstract
The thesis sustained here is that as far as the contemporary scene is concerned, there is a pattern of relationships in the public sphere that is closer to the Renaissance fair than to the Republic we are supposedly living in. Some of its characteristics are: the lost of centrality of politics, the prevalence of the fantastic, the generalized illusion of the net as a counterpart of fragmentation; on the other hand, decision- making processes are increasingly withdrawn from the public sphere and returned to the Palace. A hitherto unknown form of “democracy” is in play: political institutions are developing highly specialized engineering (with the help of opinion polls) for the capture of social “desires”. In contrast to some frequent statements, it is not the communication technologies ( tv, internet) that are responsible for this scenario. They only condense and reinforce discourses previously amassed in social life, and lend them their architecture. The agony of public confrontation, which implies the debate of ideas, is not a “media effect”, but the consequence of extremely asymmetric power relations. In fact, in vital matters order prevails. There are neither individuals nor means to carry out a confrontation. And when by chance they emerge, they are looked on suspiciously: they interrupt the entertainment.




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